Argentina es un país violento, pero la violencia del peronismo siempre es naturalizada por los medios y por los formadores de opinión
Hay muchos periodistas que hablan de que la democracia está en peligro porque el presidente insulta y porque en las redes sociales los oficialistas increpan y se burlan de periodistas.
Vamos por partes: a mí no me gusta el estilo de Milei al insultar. Creo que ya debería abandonar ese estilo y mirar a figuras como Meloni, quien, al llegar al poder, abandonó los exabruptos y hoy ve ampliada su base de sustentación.
Con los insultos, Milei le habla solo a su base, pero necesita ampliar su plataforma de apoyo. Además, pasado el momento del outsider, llega el momento de respetar el cargo y cambiar el chip.
Dicho esto, no recuerdo que existiera la misma preocupación cuando CFK hacía exactamente lo mismo, insultando y señalando a ciudadanos por pensar distinto a ella. (Milei tampoco mandó a matar a ningún fiscal, digamos todo).
En cualquier caso, Milei debería dejar de insultar y de utilizar ese lenguaje. No es una cuestión de tener o no tener razón, es la forma. A la gente que le gusta ese estilo ya la tiene. Ahora necesita conquistar a quienes no les agrada. Entró en la etapa en la que le conviene cambiar la forma.
Distinto es el caso de las redes sociales. El lamento de los periodistas que se quejan de los «trolls» me parece un poco patético. No creo en la violencia en redes, ya que uno está en las redes de manera voluntaria y puede decidir con quién interactúa. Yo recibo muchos insultos en las redes y, la verdad, me importa un pito.
Cuando a alguien lo atacan entre muchos en la calle, eso es violencia, porque no lo puede evitar. El insulto en redes es completamente evitable, por lo tanto, no es violencia. La victimización excesiva en este plano implica no entender el mundo. Hasta hace unos años, los periodistas hablaban solos; ahora tienen gente que les discute en redes. Eso es bueno, y si alguien no soporta esa dinámica, puede dejar las redes.
Yendo al tema de la violencia política indiscutible, veo a sectores de la izquierda y del peronismo en ese plan. Mientras algunos hablan de la violencia en redes de los seguidores de Milei, los peronistas están, literalmente, dándole palizas a militantes de La Libertad Avanza. A diputados oficialistas los agredieron a piedrazos en la Universidad de La Plata; al influencer libertario Fran Fijap le pegaron en las inmediaciones del Congreso, y al repartidor de Rappi que lo ayudó, le destrozaron la moto.
Mientras tanto, en Santa Cruz, durante la inauguración de un local, le tiraron huevos a Martín Menem y piedrazos a los militantes que asistían al acto. Pareciera que el peronismo y la izquierda tienen carta blanca para agredir y luego festejarlo en los medios kirchneristas corruptos.
En cuanto a la violencia simbólica, en la Facultad de Ciencias Sociales declararon persona no grata a la diputada Sabrina Ajmechet (PRO) por su voto apoyando el veto en la ley de financiamiento universitario. Para los «demócratas» de la UBA, si no sigues sus órdenes, te declaran persona no grata y te someten al escarnio público. ¿No es violencia institucional ese acto?
Todos estos actos de violencia ocurrieron en una semana, y no hemos visto una cobertura acorde a la gravedad de los hechos. El peronismo y la izquierda creen que tienen derecho a ejercer violencia. Recordemos las 14 toneladas de piedras en el Congreso cuando Macri era presidente.
Siempre que el PJ no gobierna, aparece la violencia política, y eso está normalizado por la mayoría de los formadores de opinión. Así como la prensa no se escandalizó cuando Alberto Fernández le pegó a un jubilado en público, muchos lo trataban de estadista. Ahora, algunos se ofenden cuando se lo recordamos, y Alberto Fernández es el borracho golpeador oficial de Argentina.
El Estado debe ser implacable ante estos hechos de violencia y debe proteger a quienes quieren manifestarse y son agredidos.
Nunca más los argentinos deben dejarse psicopatear. El peronismo y la izquierda han sido históricamente violentos y están asociados con los peores delincuentes de Argentina.
Lloriquear por un tuit y hacer la vista gorda ante hechos puntuales de violencia es ser funcional al peronismo.
Nadie que no condene estos actos puede pedir solidaridad por tonterías. El que quiera poner la violencia en lugares ficticios será funcional al peronismo. Datos como la baja de la inflación los pone más agresivos. Los peronistas necesitan que el gobierno fracase.
La violencia política en Argentina fue, es y será peronista.
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