Otro dedazo de Cristina Kirchner desde el Patria mirando la pluma de Borinsky
Una parte de la política argentina volvió a seguir marcada por las idas y vueltas judiciales de Cristina Fernández de Kirchner. Sus elecciones en el pasado de Martín Insaurralde para diputados, Aníbal Fernández para gobernador bonaerense, Amado Boudou en la vicepresidencia y Alberto Fernández para presidente, son registros de la política platense.
En el Instituto Patria se repiten fotos donde Cristina Kichner repite escenografía: ella sentada con sonrisas mirando a cámara oficial y los dirigentes apoyando su self operativo “clamor”. No todos concurren, primer dato que debería anotar la ex presidente.
Durante los cuatro años de Mauricio Macri, Cristina sembró la teoría del lawfare, idea que penetró hasta en el Vaticano. Ella pudo ganar tiempo desde el Senado y ejercicio de la vicepresidencia. Ahora se aproxima un fallo clave.
En el centro de la escena hoy está la Cámara Federal de Casación Penal, donde un fallo crucial sobre la expresidenta parece estar en pausa, mientras la pluma del juez Mariano Borinsky escribe un nuevo capítulo en esta larga historia. Los jueces están revisando la condena del Tribunal Oral Federal N° 2 que “condenó a Cristina Fernández de Kirchner a la pena de 6 años de prisión e inhabilitación especial perpetua para ejercer cargos públicos por el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública”.
En noviembre, los integrantes de Casación definirán si confirman la condena de seis años de prisión contra Cristina Kirchner por la causa Vialidad o bien incrementan a 12 años en línea con lo requerido por los fiscales. En una y otra dirección, Cristina Kirchner insistirá con su libreto de que la quieren proscribir. Y será turno de la Corte Suprema de Justicia. Para Cristina Kichner está en juego la libertad y la fortuna familiar.
Mariano Borinsky, uno de los tres jueces encargados de resolver el caso, aún trabaja sobre su decisión. Falta conocer la posición del juez Diego Barroetaveña.
La resolución del caso tiene implicaciones directas para la carrera política de Cristina Kirchner, quien aspira a presidir nuevamente el Partido Justicialista. Cualquier fallo que refuerce su condena podría afectar su capacidad para seguir jugando un rol decisivo en la política argentina.
El desenlace de esta historia todavía está por escribirse, pero una cosa es segura: la pluma de Borinsky sigue en el centro de la escena, con el «dedo» de Cristina muy presente, guiando cada movimiento en la partida judicial. Y un hijo que le pide a su madre protagonismo. El intendente de Tigre, Julio Zamora y Juanqui Zabaleta visitaron la Casa Rosada libertaria. Fernando Grey, otro intendente, desafía. El gobernador riojano Ricardo Quintela se presenta a la disputa interna. Los tiempos han cambiado. Antes, al dedo de Cristina nadie ni lo miraba. Acataban.
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