La provincia de Formosa debe ser intervenida

La provincia de Formosa debe ser intervenida. Confundir lo que sucede allí con la democracia es una idiotez o una perversión típica del peronismo. Decir que en Formosa hay democracia es tan cínico como afirmar que en Venezuela existen elecciones libres. Gildo Insfrán usa herramientas de la democracia para comportarse como un dictador y cuenta con la complicidad del Partido Justicialista, que avala su comportamiento dictatorial, permitiéndole permanecer 37 años en el poder.

La reciente votación en la Cámara de Diputados, que habilita la modificación de la constitución provincial, representa un paso más en su intento de quedarse en el poder por más años. Los diputados, esbirros del gobernador, buscan blindar al poder provincial ante la posibilidad de que la Corte Suprema se pronuncie contra las reelecciones indefinidas. Los que votaron a favor de esa norma no son legisladores, sino empleados de Insfrán. Si él dejara el poder, ellos perderían sus negocios; por eso, como los seguidores de Maduro, no pueden consentir su salida.

La democracia pierde sentido cuando el dinero del Estado se usa para financiar militantes que solo trabajan para consolidar el poder de una persona. Formosa es una provincia hundida en el atraso, donde se transporta a los ciudadanos indígenas en vehículos oficiales para votar, entregándoles una única boleta para elegir. Allí, los opositores son perseguidos y el narcotráfico opera con tranquilidad porque sabe que no habrá represalias. 

El poder judicial de Formosa es otro ejemplo de institución colonizada por el dictador; sus empleados le garantizan que la justicia no actúe en su contra. Insfrán, además, cuenta con un grupo de medios que manipulan la información, limitando el acceso de los formoseños a las noticias que no son de su interés. Una cantidad desproporcionada de empleados públicos completa el escenario y explica los triunfos electorales del oficialismo. Llamar a eso democracia es un triunfo de la irracionalidad a la que el peronismo ha sometido a la Argentina.

Durante años, los medios y el sistema político han normalizado la existencia de un sistema dictatorial en una provincia sumida en el atraso y la pobreza, condiciones que facilitan la consolidación de sistemas feudales y despóticos. No es compatible con la idea de un país moderno tener territorios detenidos en el tiempo, donde un individuo controla la vida y la muerte de los ciudadanos.

El periodista Osvaldo Bazán relató en sus redes sociales un episodio que ilustra claramente lo que significa enfrentarse a alguien cercano a Insfrán. Francisco Bernardet, un ciudadano que asistía a una peña folclórica en Clorinda junto a su familia, intervino al ver cómo un hombre golpeaba a una mujer. Lamentablemente, tuvo mala suerte: el agresor era hijo de un policía provincial vinculado a Insfrán, quien trabaja en la empresa de electricidad, también propiedad del mandatario. 

La policía sacó a Francisco de la peña y lo golpearon brutalmente, para luego encarcelarlo. La valiente diputada Gabriela Neme publicó las fotos del hecho, pero la policía de Insfrán lo negó. Francisco, sin antecedentes policiales, terminó en una celda (sin proceso y sin condena) por intentar defender a una mujer de un agresor cercano al poder. 

Así entienden en Formosa el “Ni Una Menos”. Indigna el silencio de las feministas peronistas ante casos como este. El agresor no recibió ninguna consecuencia y podrá seguir golpeando a mujeres mientras pertenezca al círculo mafioso de Insfrán. No sorprende que Formosa sea una de las provincias con la tasa más alta de femicidios del país.

El modelo formoseño se basa en el autoritarismo, la corrupción y el uso del Estado en beneficio de una sola persona. La transparencia administrativa es inexistente y, para ser proveedor del Estado, es requisito ser amigo del poder, lo que explica las recurrentes denuncias de sobreprecios en las compras estatales.

Formosa confirma la frase de Lord Acton: «El poder tiende a corromper; el poder absoluto corrompe absolutamente». Son ya demasiados años de poder absoluto de Insfrán. Formosa es el símbolo de lo que produce el peronismo en el poder.

Argentina no será un país serio mientras figuras como Insfrán no estén fuera del poder y dentro de una prisión.

Por Darío Loperfido

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