Es tiempo de «coherencia» en el gobierno de Milei y no hacer seguidismo

En esta columna de los domingos (como todo lo que hago en los medios) pretendo elogiar lo que está bien y criticar lo que está mal del gobierno y de la política argentina. Se hace necesaria esta aclaración porque el fanatismo político del oficialismo pide incondicionalidad y ese fanatismo mata la reflexión y embrutece a sectores de la sociedad. Eso pasó durante el kirchnerismo y las consecuencias todavía se sufren. 
 

Es muy bueno el apoyo que el gobierno de Milei da a Israel. Frente a la barbarie de los terroristas de Hamas la posición argentina es impecable. Los dos días de duelo por la familia Bibas contrastan con otro gobiernos (el español, por ejemplo) que pese a las evidencias de terrorismo siguen, como mucha gente en el mundo, apoyando terroristas. Hasta en Argentina tenemos una diputada nazi llamada Vanina Biasi que muestra el encolumnamiento de la izquierda con el terrorismo. 

El Congreso argentino echó a un diputado que le besaba los pechos a su mujer en cámara durante una sesión remota. Era un poco impresentable el diputado, pero no era antisemita ni pedía que maten judíos como la nefasta diputada Biasi del Partido Obrero. El congreso debería reaccionar de alguna manera frente a la diputada antisemita. La izquierda, en Argentina y en el mundo; se ha vuelto muy antijudío. 
 

Es de esperar que la coherencia que mantiene la administración Milei con Israel se mantenga con Ucrania ahora que Trump mantiene relaciones promiscuas con el tirano Putin. Lo digo porque ya he visto algunos mileistas que pasaron de defensores de Ucrania a críticos de Zelenski solo por un tweet de Trump. Muchos elogiamos que Milei haya invitado a Zelenski a su asunción. Rusia es el agresor y Ucrania el agredido. Cualquiera que diga lo contrario es un miserable. Esperemos que el gobierno no haga seguidismo de Trump en este tema. Además, Putin va a traicionar a Trump: está en su naturaleza.
 

Importante que está semana se hayan convertido en leyes en el Congreso la Ley de juicio en ausencia (importantísima para juzgar a los asesinos del caso Amia) y la Ley de reiterancia (para terminar con la puerta giratoria de los delincuentes). Fue bueno, también, que el bloque del Pro (junto a los de LLA y algunos radicales) votaran en contra de crear una comisión por el Criptogate. Para juzgar este hecho están los jueces en Argentina y en el mundo. Una comisión impulsada por el peronismo es, básicamente, un intento de desestabilizar. Los reyes de la corrupción saben del circo parlamentario. 
 

El gobierno tiene que entender que el tema Criptogate y el discurso de Davos fueron daños autoinflingidos y que esos fallos cuestan y enojan, con razón, a mucho gente. Hay muchos ciudadanos haciendo sacrificios enormes para aguantar el ajuste. Es lógico que, si ven al presidente usando su poder de comunicación para favorecer una timba cripto o diciendo que los gays son pederastas, se enojen. Después del desastre de Alberto Fernández este gobierno asumió con bastante carta blanca por lo calamitoso de la situación económica. Deben saber que eso no dura siempre. 

A partir de ahora los errores se pagan. Mucho más si se instalan rumores, por investigaciones periodísticas, acerca de cobros de coimas, por parte del entorno, para que algunos impresentables se reúnan con el presidente (como hacían los menemistas). Daría la sensación que la gente seguirá apoyando algunas cosas pero que la primavera del gobierno, terminó. La confianza es muy importante y con determinados hechos puede empezar a flaquear.
 

En el medio del Criptogate hubo una entrevista fallida del periodista Joni Viale al presidente. En su descargo, Viale dijo que el podía cometer un error, pero nunca había agarrado dinero de la política (en respuesta a algunos compañeros). Más allá de acusaciones puntuales, si Viale se refería a la campaña electoral, nunca hay que olvidar que lo que han hecho Massa y Larreta en sus campañas electorales fue una vergüenza. 

El uso de fondos y políticas públicas para favorecer sus candidaturas fue de país bananero. Es insólito que Massa no este con causas judiciales después de haber tomado medidas económicas solo para favorecer su candidatura. Ojalá la omertá se rompa para que no vuelva a suceder. 
 

El gobierno debe concentrarse en temas importantes y ocuparse de algunas perdidas de confianza ciudadana. Debe pasar de la adolescencia a la adultez. Por dar un ejemplo: decirle “cabeza de pulpo” a los argentinos cuando el se olvidó de silenciar el móvil, durante un discurso, no parece una estrategia comunicacional inteligente.
 

El Milei de la campaña ya no sirve. Empieza a hacer falta el Milei presidencial que tenga un entorno presidencial. Es un enigma saber si será posible. 
 

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