Las cargas del ajuste de Milei y la confrontación política, los temas que ayudarán o no al viaje del Papa Francisco a la Argentina
Con el Papa Francisco, los modos de la diplomacia vaticana se pueden romper. De hecho, se rompieron este lunes al otorgarle al presidente Javier Milei más de una hora para la audiencia que mantuvieron, cuando las visitas oficiales de jefes de Estado al pontífice suelen durar poco más de 20 minutos. Pero si bien es cierto que el tiempo que le dedicó es un dato político significativo porque denota una deferencia, más lo es que la mayor duración posibilitó un intercambio más intenso en torno a cuestiones álgidas como la delicada situación social de la Argentina y el elevado nivel de confrontación política.
El propio Milei dijo que quería hablar de los planes en materia social con el Papa y las autoridades vaticanas y, por eso, sumó a la delegación a la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello. Y es sabido que a Francisco la situación de los pobres le preocupa especialmente. Por eso, se descuenta que en la reunión, el presidente le ratificó lo que viene diciendo desde la campaña: que en el único aspecto en el que su gobierno no impondrá recortes será en la ayuda social. Y que le informó que aumentó el monto destinado a iniciativas de asistencia como la Tarjeta Alimentar.
Sin embargo, el cambio en la modalidad de provisión de mercadería a los miles de comedores comunitarios de todo el país que dispuso el ministerio de Capital Humano, reemplazando el envío de los productos no perecederos por una tarjeta de compra de los productos a los que gestionan directamente esos lugares -previo re empadronamiento- conllevó en los hechos una suspensión de la ayuda alimentaria. La Iglesia salió la semana pasada a pedir la restitución de la ayuda hasta que el nuevo sistema esté funcionando a pleno y se verifique su eficacia.
Para colmo, el Gobierno dispuso, además, entregar una suma de dinero a Cáritas para sus comedores -al igual que a las iglesias evangélicas para los suyos- que en la Iglesia se interpretó como una manera de esquivar a los movimientos sociales. Más allá de que los obispos reconocen que hay quienes lucran política o económicamente con la pobreza, salieron a decir a través de la propia Cáritas que muchos hacen una buena obra y que, ante tantas necesidades, hace falta del concurso de todos aquellos que realizan una obra solidaria.
La otra cuestión que el Papa habría puesto sobre la mesa es el elevado nivel de confrontación política que se vive en la Argentina y necesidad de ir por el camino del diálogo y la búsqueda de consensos como Francisco lo viene pidiendo sin éxito desde que era arzobispo de Buenos Aires y estalló la crisis de 2001. En la canonización de Mama Antula, el domingo, que encabezó el Papa, se rogó para que los presidentes promuevan en sus países el diálogo, dejen de lado lo que divide y apuesten a la unidad.
Francisco está preocupado ante la posibilidad de que la confrontación verbal -complementada con manifestaciones virulentas y choques con las fuerzas de seguridad- escale en el marco de la cada vez más deteriorada situación social, producto del ajuste que Milei puso en marcha para equilibrar las cuentas y llegar al déficit cero para así -argumenta- bajar la inflación, que perjudica especialmente a los pobres.
Por lo demás, la famosa grieta constituyó un escollo para la demorada visita del Papa a la Argentina. La secretaría de Estado del Vaticano decía que todo lo que dijese o hiciese Francisco en su país sería motivo de polémica entre sus compatriotas. Por eso, consideraba que había que esperar tiempos más calmos que nunca llegaron y que más bien se tornaron más convulsionados.
Con todo, Milei -luego de enviarle a comienzos de enero la invitación formal- lo invitó personalmente al pontífice durante la reunión a visitar el país obteniendo una respuesta abierta del pontífice: que la intención de ir está, que piensa en el segundo semestre de este año, pero que la decisión se tomará en su momento.
En medios eclesiásticos creen que ayudará a la concreción del viaje que Milei reparta equitativamente las cargas del ajuste y que baje el nivel de confrontación con la oposición más cerril que encabeza el kirchnerismo y la izquierda y con aquellos que pueden ser sus aliados circunstanciales.
El tiempo dirá si Milei escuchó las recomendaciones del Papa.
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