Tras el cálido abrazo, el papa Francisco recibió a Javier Milei: hablaron de la crisis económica y de la tensión política
Bajo un clima distendido y de gestos cordiales, muy lejos de los cruces del pasado, el presidente Javier Milei y el Papa Francisco mantuvieron su primera audiencia en El Vaticano. El encuentro fue más largo de lo previsto y de lo habitual: se prolongó durante una hora y diez minutos, lo que reafirmó la buena sintonía entre ambos que ya se había advertido el domingo con el cálido abrazo que se dieron en la Basílica de San Pedro. La sonrisa del Presidente al retirarse del Palacio Apostólico fue testimonio de que la recepción de su anfitrión superó las expectativas que tenía cuando llegó a Roma desde Israel.
Según pudo saber Clarín de fuentes de la comitiva oficial, la cita fue "en la misma línea" de lo que había sido el afectuoso saludo del día anterior. "(El Papa) lo recibió con mucho cariño. Y Javier le agradeció por haberlo recibido de esta manera", destacaron desde la comitiva. "Lo hizo por teléfono, pero (el Presidente) no quería empezar a hablar sin volverle a pedir disculpas por lo que dijo", completaron. Una fuente inobjetable aseguró que el Papa aceptó el gesto y propuso dejar atrás el episodio. Pero esta vez, a diferencia de lo del domingo, hubo espacio para profundizar en la relación. A lo largo de la charla, Milei y el Papa abordaron un amplio abanico de temas: el programa económico, la crisis social que afronta la Argentina y el clima de tensión política que atraviesa el país.
Sobre este punto, Milei buscó poner al tanto al Papa de su punto de vista, con el objetivo de que conozca de primera mano y no sólo a través de interpretaciones de terceros y los medios de comunicación. "Le expliqué todo", transmitió el mandatario al retirarse de El Vaticano, en relación a los cruces con la oposición por el debate sobre la Ley Omnibus. "Me entendió a la perfección", le confió a un integrante en su comitiva. En cualquier caso, esto no implica que tengan plena coincidencia.
Aunque con otros modos y sin descalificaciones hacia otros políticos, Milei reafirmó la postura que tiene respecto al diálogo y que coincide en la necesidad de lograr acuerdos siempre "que no sean para sostener los privilegios de unos pocos frente al bienestar de la gente".
Durante la homilía por la canonización de Mama Antula, el Papa había dejado trascender su preocupación por la grieta, cuando en una oración se pidió "por los jefes de las naciones: que Dios amante de la paz, inspire a nuestros gobernantes la sabiduría del diálogo y la voluntad de contribuir al bien común, superando lo que divide y buscando lo que une".
Milei se asomó por el patio de San Dámaso a las 8.57 (cuatro horas menos en Buenos Aires), apenas tres minutos antes de la audiencia: se demoró porque observó a un grupo de argentinos peregrinos de “Mama Antula” y bajó de su coche en la Vía della Conciliazione, camino a El Vaticano, para posar para la foto. Estuvo secundado por la secretaria general de Pesidencia, su hermana Karina Milei, los ministros Guillermo Francos (Interior), Sandra Pettovello (Capital Humano) y Diana Mondino (Cancillería), el polémico secretario de Culto, Francisco Sánchez, que también había tenido una posición crítica sobre Francisco ("Caso para estudiosos emcontrar un Papa que haya tanto daño") y el embajador designado en Israel, Shimon Axel Wanish.
El jefe de Estado fue recibido por el monseñor Leonardo Sapienza, responsable de la Casa Pontificia, y sin escalas se dirigió rumbo al encuentro con Francisco en la biblioteca privada, en el segundo piso del Palacio Apostólico.
Allí estuvieron poco más de una hora a solas. En las imágenes y videos difundidos por El Vaticano, se los vio a ambos muy sonrientes. Luego, se abrieron las puertas para que ingresara el resto de la comitiva para los saludos de ocasión y el intercambio de regalos, que se prolongó por unos diez minutos más. Los 70 minutos de cumbre superan ampliamente el tiempo que les dedicó en sus primeras reuniones a Cristina Kirchner (20 minutos, en marzo de 2013), Mauricio Macri (22 minutos, en febrero de 2016) y Alberto Fernández (44 minutos, en enero de 2020).
Milei aprovechó la presencia de Pettovello para detallarle a Francisco sobre el trabajo que se está realizando desde el Ministerio de Capital Humano, con el objetivo de garantizarle que su gestión tiene una mirada inclusiva de los sectores más vulnerables. En especial, luego de la preocupación que había manifestado días atrás el Episcopado Argentino por el faltante de alimentos en comedores y las demoras en la implementación de la tarjeta con fondos que reemplazará el actual sistema de reparto de comida. Según confiaron altas fuentes del Gobierno, el Presidente garantizó que su idea es que “el ajuste lo haga la política” y que “no va a faltar alimento para ningún argentino que lo necesite”. Pero reforzó su concepto de cortar con los intermediarios en los planes de asistencia social.
A la primera audiencia formal en El Vaticano, Milei llegó más relajado luego del cálido abrazo que se dieron en la Basílica de San Pedro, donde el Presidente presenció la ceremonia de canonización de María Antonia de Paz y Figueroa. “Mama Antula”, la primera santa de Argentina.
En la basílica los dos líderes se ofrecieron gestos afectuosos en el que fue su primer encuentro cara a cara y que, en definitiva, sirvió para sellar públicamente la paz tras los insultos que en el pasado le dirigió Milei al Papa, cuando -entre otras acusaciones- .lo señaló como “el representante del maligno en la tierra” y por su “injerencia política”.
Pero, ya como candidato a presidente, le pidió disculpas varias veces: primero en público, incluso durante el debate para el balotaje, y luego en privado, cuando fue electo y Francisco lo llamó para felicitarlo.
A la cita de este lunes, Milei llegó con varios obsequios: una carpeta con la copia de la carta manuscrita del canciller Juan María Gutiérrez a Juan Bautista Alberdi, acreditándolo como representante en Europa, en mayo de 1854; y un cuadro con la postal conmemorativa de Mama Antula que el Correo Argentino distribuyó por su beatificación.
Como gesto más informal, también le llevó libros del economista Jesús Huerta de Soto, uno de sus referentes; y le entregó alfajores de dulce de leche y las galletitas de limón de su marca favorita.
El Papa retribuyó la gentileza y le regaló un medallón de bronce inspirado en el Baldaquino de San Pedro, sus libros y el Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz de este año.
Luego del encuentro con el Papa, Milei bajó un piso y se reunió con el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolín. Sobre ese encuentro, en la única comunicación oficial sobre el paso del Presidente, El Vaticano pronunció: "Durante las cordiales conversaciones en la Secretaría de Estado, se expresó satisfacción por las buenas relaciones entre la Santa Sede y la República Argentina y el deseo de reforzarlas aún más. A continuación, se detuvieron en el programa del nuevo Gobierno para enfrentar la crisis económica y se abordaron varios temas internacionales, en particular los conflictos actuales y el compromiso por la paz de las naciones".
Una salvedad que hacen fuentes bien informadas sobre El Vaticano: la referencia a la Secretaría de Estado que hace la misiva se usa de “paraguas” para diferenciar lo que se informa sobre la reunión con el Papa, ante eventuales controversias. Aunque la agenda de temas que se indica en torno a lo que hablan los mandatarios con Parolín suele ser la misma que la del Sumo Pontífice.
“En la continuación de la conversación -agregó el comunicado de El Vaticano- se abordaron varios temas internacionales, en particular los conflictos actuales y el compromiso por la paz entre las naciones”. La cita toma otra relevancia si se tiene en cuenta que Milei llegó a Roma desde Medio Oriente, donde apoyó "el derecho a la legitima defensa de Israel" en su ataque en Gaza a la organización terrorista Hamas.
Previo a la visita de Milei, Francisco recibió al cardenal argentino Víctor “Tucho” Fernández, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, quien durante la campaña presidencial había condicionado la visita del Papa:
“No irá a un lugar donde no lo inviten, donde puedan usar (o complicar) su visita para conveniencias políticas o donde las autoridades desprecien su presencia”, dijo, en lo que fue recibido como un guiño a otros sectores políticos.
Con todo, asegurar la visita del Papa a la Argentina era uno de los objetivos que se propuso Milei en el inicio de la gira. Aunque en la comitiva sostenían que la intención era que la invitación formal no fuera recibida como un gesto de presión al Pontífice. Por el momento no trascendió si Francisco dio una señal al respecto.
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