“Yo también soy brava”: el ruido interno en el Gobierno domina la agenda política y sobresale por encima de la gestión
El mandatario Javier Milei se tomó esta semana una fotografía abrazado a la vicepresidenta Victoria Villarruel en la Casa Rosada y la compartió en redes sociales, en un intento por bajarle al tono a los reportes periodísticos sobre «diferencias» entre ambos, aunque las tensiones en el seno del Gobierno se mantienen y siguen dando que hablar.
Después de que el mega DNU 70/23 mordiera el polvo en el Senado días atrás, lo que generó cuestionamientos hacia la decisión de Villarruel de someter la iniciativa a debate en el recinto de la Cámara alta sabiendo de antemano que el oficialismo no reunía los votos necesarios para lograr su aprobación, un nuevo foco de discusión surgió en las últimas horas en filas de la administración libertaria, con la animada participación de dos figuras centrales del espacio gobernante.
Una de ellas es la propia número dos del Poder Ejecutivo nacional y la otra, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Su colega de Defensa, Luis Petri, también se sumó al intercambio mediático, aunque Villarruel y la ex candidata presidencial de Juntos por el Cambio fueron quienes absorbieron el grueso de la atención, al contender en público sobre la eventual intervención de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico especialmente en Rosario.
Bullrich y Petri confirmaron esta semana la intención del Gobierno de modificar la ley de Seguridad Interior para permitir justamente ese tipo de despliegue de las FF.AA. Ambos se expresaron en tal sentido en una conferencia de prensa en la propia Casa Rosada, donde anunciaron el envío al Congreso de un proyecto para avanzar con esa medida, entre otras iniciativas. Sin embargo, apenas horas después Villarruel, titular del Senado, le bajó el pulgar a la propuesta, al plantear que está en desacuerdo con reforzar con soldados la lucha contra los narcos.
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«La función de las Fuerzas Armadas no es combatir civiles», remarcó Villarruel, antes de que Bullrich la invitara a debatir sobre el asunto, buscando hacer hincapié en la necesidad de que las FF.AA. asuman un nuevo rol en la Argentina, dando vuelta la página con relación a su desempeño durante la última dictadura militar. Este contrapunto entre dos funcionarias estelares de la gestión que comanda Milei se desencadenó incluso en vísperas del aniversario número 48 del golpe de Estado perpetrado el 24 de marzo de 1976 y que dio inicio al capítulo más sangriento de la historia reciente del país.
En este sentido, el Gobierno preparó para la ocasión un video con el que se propone abrir una discusión (de índole revisionista) sobre lo ocurrido en aquellos años de plomo y que incluye, según pudo averiguar Noticias Argentinas, la participación de familiares de víctimas de la guerrilla: básicamente, se trata de una agenda que viene impulsado desde hace un largo tiempo Villarruel, en un intento por reivindicar el papel de los integrantes de las FF.AA. en la lucha contra las agrupaciones armadas. Sin ir más lejos, apenas días atrás la vicepresidenta mencionó en una entrevista televisiva que quienes combatieron al «terrorismo» en ese entonces terminaron presos: condenados, por cierto, por delitos de lesa humanidad.
“Es brava, pero yo también”
Es de esperar, en este contexto, que el Gobierno en general, con Milei a la cabeza, y Villarruel en particular se conviertan en blanco de críticas durante la marcha prevista para este 24 de marzo en la ciudad de Buenos Aires, de la que tomarán parte militantes y dirigentes del kirchnerismo y de la izquierda, al igual que referentes de organismos de derechos humanos, familiares y allegados a personas asesinadas o desaparecidas durante la dictadura militar que se extendió hasta 1983.
Mientras tanto, la titular del Senado mantiene su porfía con Bullrich y admite abiertamente las tensiones que existen en el trato con Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y hermana del jefe del Estado: «Es brava, pero yo también soy brava», planteó esta semana, después de la foto que publicó en sus redes sociales el propio mandatario nacional abrazado a Villarruel al término de una reunión de Gabinete en la Casa Rosada, en un intento por bajarle los decibelios a las versiones periodísticas sobre una «interna» entre ambos.
Milei -el Presidente- había reconocido «diferencias» con su ex compañera de bancada en la cámara de Diputados, en medio de un variopinto abanico de conjeturas -en la prensa y en el ámbito político nacional también- acerca de la relación que sostienen por estos días el líder libertario y su número dos. Asimismo, una fuente del oficialismo dijo a esta agencia que ambos son plenamente conscientes del «daño» que le podrían ocasionar al Gobierno si favorecen, llegado el caso, con comentarios o acciones un deterioro del vínculo. Por consiguiente, están dispuestos a evitarlo, agregó la misma fuente.
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De cualquier modo, las turbulencias palaciegas de los últimos días, luego del rechazo del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/23 en la Cámara alta y del más reciente jaleo por la eventual participación de las FF.AA. en asuntos de seguridad interior, le permitieron al espacio gobernante seguir dominando la agenda mediática -en general- durante una semana en la que Milei cumplió sus primeros 100 días al frente del Poder Ejecutivo nacional, desde su asunción el 10 de diciembre pasado.
En ese lapso, fracasó la Ley Ómnibus y un signo de interrogación pende sobre lo que pueda ocurrir con el mega DNU en Diputados tras su fallido paso por el Senado. No obstante, el Gobierno confía en poder avanzar con su nueva versión del proyecto de Ley de Bases después de los puentes que procuró tender en los últimos días con sectores dialoguistas de la oposición. En pos de esa meta, sumaron sus esfuerzos el ministro del Interior, Guillermo Francos (habitual interlocutor por parte del oficialismo), conjuntamente con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el asesor presidencial Santiago Caputo, entre otros funcionarios.
¿Adorni candidato en 2025?
En filas de La Libertad Avanza (LLA), después de los recientes tropiezos en el Congreso, comenzaron a admitir las limitaciones que supone el reducido número de legisladores con los que cuenta el espacio, aunque también consideran que las «debilidades» que hoy muestra la oposición, a causa del proceso de reconfiguración interna por el que transitan las principales agrupaciones (como los ex socios de Juntos por el Cambio), terminan por complejizar las intenciones del Gobierno de entablar acuerdos con el fin de motorizar proyectos de ley.
En este contexto, en el oficialismo esperan robustecer su musculatura parlamentaria el año que viene en las elecciones de medio término y en los pasillos de la Casa Rosada ya por estos días algunos especulan con la posibilidad de que Manuel Adorni sea candidato -en 2025-, mientras destacan su desempeño como vocero presidencial. «Viene dando una conferencia de prensa por día y en todo este tiempo ni un solo furcio cometió», subrayan. Mientras tanto, en el Gobierno saben que, de momento, ni siquiera aliándose en el Congreso con el PRO le alcanza a LLA para sumar los «porotos» que se requieren para propulsar medidas que Milei considera cruciales: se necesita, por ende, una dosis adicional de «rosca» con otras fuerzas políticas.
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Y en ese sentido, hoy el radicalismo luce virtualmente fracturado y en Hacemos Coalición Federal, el espacio que intenta liderar el peronista «razonable» Miguel Pichetto, ya quedó demostrado en sesiones anteriores que cada legislador aprueba, rechaza o se abstiene como mejor le parezca. Mientras tanto, el justicialismo, si bien se espera que le dé la espalda a las iniciativas del Gobierno, también se está sometiendo por estos días a un proceso de metamorfosis en busca de un nuevo liderazgo, tras la decepcionante gestión «colegiada» que encabezó Alberto Fernández.
Los legisladores del PRO, en tanto, se muestran dispuestos a acompañar de momento las propuestas de Milei, aunque la agrupación amarilla, puertas adentro, hoy transita por su propia etapa de «redescubrimiento» y/o refundación, con el ex mandatario Mauricio Macri tomando decididamente las riendas del espacio que él mismo creó, desde su nuevo y formal rol de presidente partidario, y apuntalando a dirigentes jóvenes para que lo circunvalen.
Se espera que en los próximos días, probablemente después de Semana Santa, los integrantes de la recién conformada estructura orgánica del PRO se tomen y difundan una «foto de familia», en la que no está previsto -por cierto- que se asome Horacio Rodríguez Larreta. «Mauricio decía que no había que echarlo, que se iba a ir solo y los hechos, una vez más, le dieron la razón«, dijo a esta agencia una fuente cercana al partido amarillo, en referencia al ex jefe de Gobierno porteño.
¿Cómo está previsto que proceda Macri a partir de ahora? «Con verticalismo, para eso decidió asumir la presidencia», agregó la misma fuente, que indicó que el ex mandatario entiende que es momento de impulsar una renovación en filas del PRO e insistió, por ejemplo, con ubicar a la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, como vicepresidenta primera. «Lo que él considera es que se han desgastado mucho algunos dirigentes, más allá de que esté bien el rol que muchos de ellos puedan desempeñar en el Congreso; el partido es otra cosa«, comentó finalmente la fuente consultada por Noticias Argentinas. Por ese motivo se terminaron sumando «caras nuevas» a la estructura «institucional» del macrismo.
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