Con gol y asistencia de Messi, Inter Miami venció 3-1 a Nashville y clasificó a los cuartos de final de la Concachampions
A poco más de tres meses para el inicio de la Copa América, quizás su última, Leo Messi entiende el momento. Son tiempos de comenzar a calentar motores. De empezar a activar sus cualidades únicas para llegar de la mejor manera. Pero sin arriesgar.
El mejor de todos juega como nadie y también sabe como nadie cuándo es momento de acelerar y cuándo de darle un poco más de descanso a su ya maduro físico. Y también de cuándo decir basta. La Concachampions es por excelencia la competencia que quiere ganar el Inter Miami. Es la que reúne a los campeones de la Concacaf. Es, salvando las lógicas distancias, una Champions o Copa Libertadores. Es donde Messi más y mejor tiene que rendir. Lo sabe y lo hace, claro.
Tras el 2-2 de la ida como visitante con gol de Leo, el 10 terminó de sellar en casa el pase a los cuartos de final. Fue actuación soberbia en un rato, porque terminó siendo sustituido por una sobrecarga en un isquiotibial de la pierna derecha que arrastraba desde la ida. Su lenguaje corporal, saludando a sus compañeros y caminando con total tranquilidad, no implican una posible lesión muscular a pesar de que se tocó la zona durante gran parte del partido.
Lo que generó en esos 49 minutos fue otra vez muy bueno. De arranque ya mostró sus cartas para liquidar rápido el partido. A los 8 minutos asistió perfecto a Luis Suárez para dejarlo mano a mano y que el uruguayo pusiera el 1-0. Al ratito nomás, Diego Gómez hizo un jugadón para entrar al área, encontró a Messi dentro del área y el fuerte zurdazo se le metió cruzado al bigotón Joe Willis, un arquero ochentoso que vio en primera fila todo el talento de Leo. Iban apenas 23 minutos cuando el equipo del Tata Martino ya estaba 2-0 para empezar a trabajar el partido de otra manera.
Con clara reminiscencia del viejo Barcelona, Inter dominó la primera parte antes y después de la ventaja. De hecho, el primer gol fue la marca registrada que siempre tuvo el Barsa. Desborde de Jordi Alba por izquierda, pase adentro para Messi y la asistencia a Suárez. Cuánta nostalgia y cuántos recuerdos. La velocidad ya no es la misma, pero la calidad se mantiene intacta al paso del tiempo. Es lo único que la voracidad del reloj no puede robarle a los grandes jugadores. A partir de ellos lo ganó el Inter, que también tiene una base de jóvenes talentos. Es la política del club. Grandes estrellas con promesas bien pagadas como Avilés, Redondo y el paraguayo Gómez.
Ya sin el 10 en cancha, la cosa no se complicó como se podía esperar. Taylor, justamente el reemplazo de Messi, metió el tercero a los 18 minutos del segundo tiempo y terminó de liquidar de serie. A la espera de lo que se viene, el estado físico de Messi será lo más importante de Miami en las próximas horas. Scaloni, a la distancia, también estará muy atento.
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