Denuncian que La Cámpora controla WhatsApp y redes con trolls y propaganda oficial en Hurlingham

En Hurlingham, la estrategia digital de La Cámpora generó preocupación entre los vecinos. Bajo la gestión de Damián Selci, se han desplegado tácticas que incluyen trolls en redes y control sobre grupos de WhatsApp, utilizados para moldear la conversación pública, silenciar críticas y amplificar la propaganda oficial del municipio.

Censura en grupos vecinales y control del discurso

Un claro ejemplo es el grupo de WhatsApp «Vecinos de Villa Club», donde los residentes comparten información sobre el barrio. A simple vista, parece un espacio abierto de discusión, pero cualquier crítica a la gestión local es censurada.

Cada tanto, administradores o participantes introducen contenido propagandístico tomado de las redes oficiales del municipio. Si algún vecino cuestiona estos mensajes, se le amonesta con el argumento de que “no se habla de política”, aunque esta regla solo parece aplicarse cuando las opiniones son desfavorables para la intendencia.

El problema es aún más grave cuando se trata de denuncias por inseguridad. Quienes alertan sobre hechos delictivos suelen ser silenciados o expulsados del grupo, ya que estos reclamos contradicen el relato oficial de una administración eficiente.

Trolls en redes sociales: desviar el debate y defender la gestión

Pero la censura no se limita a WhatsApp. En redes sociales, el oficialismo recurre a trolls para desviar cualquier discusión incómoda. Si alguien menciona problemas de inseguridad o mala gestión municipal, estos perfiles rápidamente trasladan la responsabilidad al gobierno nacional:

«Milei no le pasa plata al municipio», repiten en los comentarios de Facebook y X.

Así, toda queja concreta sobre Hurlingham se convierte en un debate sobre la política nacional, evitando que se cuestione la gestión local.

¿Cuánto dinero municipal se destina a este aparato digital?

Estas tácticas buscan moldear la opinión pública y desincentivar la participación de quienes podrían expresar críticas. El miedo a represalias ha generado un clima de autocensura, donde muchos vecinos prefieren callar antes que ser señalados como “opositores”.

En Hurlingham, la estrategia ha sido comparada con regímenes autoritarios, donde solo el discurso oficial tiene cabida.

La gran incógnita es cuántos recursos municipales se destinan a sostener este aparato digital de control y propaganda.

Los comentarios están cerrados.