Máximo Kirchner reúne al PJ bonaerense para debatir el posicionamiento frente al Gobierno de Milei

Será el sábado en Cañuelas. La cumbre se dará en medio de los cuestionamientos que enfrenta el líder de La Cámpora de distintos sectores de la dirigencia bonaerense que piden «renovación» en la conducción partidaria.

Mientras algunos sectores piden subrepticiamente o a viva voz una renovación de las autoridades partidarias, el actual presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner, reunirá este sábado en Cañuelas a la dirigencia peronista provincial para definir un posicionamiento unificado para oponerse al Gobierno de Javier Milei y sus políticas.

Será el primer encuentro del año del peronismo bonaerense, con la particularidad de que este año no tendrá lugar en la Costa Atlántica sino en un municipio del interior provincial, que es gobernado por Marisa Fassi.

El líder de La Cámpora enfrenta cuestionamientos de parte de varias vertientes del peronismo bonaerense, que piden una conducción más referenciada en Axel Kicillof, aunque el gobernador no sea quien asuma un cargo formal en la estructura partidaria.

La mayoría de los intendentes, pero también los dirigentes “sin tierra” del peronismo, consideran que el ex ministro de Economía expresa mejor que Kirchner la diversidad del amplio espectro del movimiento justicialista y que además tiene una mayor proyección nacional hacia el 2027.

Algunos movimientos que se dieron en los últimos tiempos están sugiriendo un desplazamiento del liderazgo opositor dentro del peronismo hacia Kicillof, en detrimento del jefe camporista.

Al ya no tan reciente alejamiento del ex secretario general de La Cámpora Andrés “Cuervo” Larroque de esa agrupación hay que sumar la renuncia del intendente kirchnerista de Avellaneda, Jorge Ferraresi, al Instituto Patria, quien se desempeñaba allí como vicepresidente.

Ferraresi forma parte del llamado grupo de «la mesa de Ensenada” junto al intendente de esta última localidad, Mario Secco, y su par de Pehuajó, Pablo Zurro, entre otros.

Este colectivo, que también sumaba a importantes dirigentes del kirchnerismo duro, se había creado para luchar contra “la proscripción” de Cristina Kirchner, antes de que la ex vicepresidenta fuera víctima de un fallido atentado contra su vida y que decidiera desistir de ir por un tercer ciclo presidencial.

Si bien no reniegan de su identidad kirchnerista y cristinista, consideran que el peronismo debe mudar de piel y abrirse paso a una nueva etapa con nuevos liderazgos, prescindiendo del ascendiente que durante años impuso La Cámpora.

Kicillof es el que pica en punta en las apreciaciones y que ven con mejor potencial para liderar la etapa, pero la carrera está abierta.

Fuera del kirchnerismo, Fernando Gray es el más ansioso en la idea de desplazar a Máximo Kirchner de la conducción partidaria, y también en este lote hay que anotar al ex intendente de Hurlingham y ex ministro de Desarrollo Social Juan Zabaleta. 

Sin embargo, el líder camporista tiene mandato en el PJ bonaerense hasta el 2025 y la idea de adelantar a este año la renovación de autoridades se desinfló en las últimas semanas.

Llamativamente, ante la agudización de la crisis infligida por La Libertad Avanza, Kirchner y Kicillof decidieron poner en pausa el enfrentamiento que tocó su nivel más alto durante la campaña del año pasado, y que tiene como trasfondo la pelea por la sucesión del liderazgo del kirchnerismo.

En medio del conflicto por el inicio de clases, el diputado nacional presentó un proyecto de ley para darle continuidad al Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID) que el Gobierno nacional decidió eliminar, y recibió el apoyo sorpresivo del gobernador de la provincia.

Esto representó un viraje respecto del estado de deterioro en el que había quedado la relación entre ambos luego de que Kicillof convocara a “componer una nueva canción y no una que sepamos todos”.

Kirchner contestó que él no se dedicaba a la música, sino que era un militante político.

Otro contrapunto se había suscitado cuando el mandatario había afirmado que todos los dirigentes con cargos en los gobiernos nacional y provincial “tienen que estar dispuestos a bajar al territorio” a hablar con la gente.

Sin mayor necesidad más que reafirmar su autoridad, el presidente del PJ bonaerense salió a contradecirlo públicamente considerado que «no hay que bajar al territorio» sino «subir a la militancia a los lugares de decisión».

La tensión escaló cuando uno de los dirigentes a los cuales Kicillof había aceptado a regañadientes “subirlo a un lugar de decisión” por pedido de Cristina y Máximo Kirchner como Martín Insaurralde, quedó envuelto en un escándalo de proporciones al filtrarse un viaje suntuoso en yate a Marbella.

El eyectado ex jefe de Gabinete provincial era entonces un sólido aliado del líder camporista, quien quedó herido políticamente por el incidente del yate. Kirchner proponía a Insaurralde como candidato a gobernador y a Kicillof para presidente.

Las diferencias se profundizaron durante la campaña por discrepancias sobre la estrategia electoral, y por distintas lecturas sobre lo que representaba el fenómeno Milei.

El enfrentamiento se prolongó este año y quedó de manifiesto en la multitudinaria movilización de la CGT del 24 de enero, cuando ambos dirigentes kirchneristas marcharon por separado. Hasta ese momento, Kicillof tenía la costumbre de pasar al menos un rato por la columna de La Cámpora.

La dureza de las medidas de Milei y el impacto que están teniendo sobre la vida de la gente parecen haber dejado esas rencillas en un segundo plano, y poco a poco Kirchner empieza a aceptar que los tiempos que se vienen tendrán a Kicillof como principal abanderado del peronismo.

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