Saturno esconde sus anillos y no porque el oro se haya ido a las nubes
El segundo planeta más grande del Sistema Solar, Saturno, está a punto de esconder sus siete anillos principales, entre los 60 que le detectara el Voyager 2, y no es porque el precio del oro haya trepado a la estratósfera de los US$3.000 la onza.
En todo caso, los anillos están compuestos por aglomeraciones de polvo, roca y hielo, que se dividen en diversos grupos, separados por espacios vacíos que ocupan kilómetros de distancia.
Pero si hubiesen sido de oro, llevarían acumulado en dos años un 60% de aumento. Y tomando desde 2009, que fue la última vez que se escabulleron del alcance de los telescopios, coincidentemente con la crisis subprime en Estados Unidos, cruzaron la barrera de los US$ 1.000. O sea, triplicaron su valor.
Fenómeno de perspectiva
En realidad, el ocultamiento de los anillos es un raro acontecimiento que ocurre aproximadamente cada 15 años y que se apresta a dejarlos fuera de la visión desde la Tierra para volver a «aparecer» gradualmente antes de «desaparecer» otra vez en noviembre, según el Instituto Smithsonian (organización educativa de Estados Unidos que lleva a cabo investigaciones científicas e históricas y gestiona museos locales).
“A medida que Saturno completa su órbita durante aproximadamente 29.4 años terrestres, se inclina en un ángulo de 26.7 grados. Esto significa que nuestra vista de Saturno alterna entre la parte superior de sus anillos cuando está inclinado hacia nosotros y la parte inferior cuando está inclinado en dirección opuesta”, detallan desde el Smithsonian.
Como resultado, quienes siguen la evolución del planeta desde la Tierra disponen de una “vista especial sin anillos identificables”, especialmente cuando nuestro planeta pasa por el “plano de anillos” de Saturno, es decir, esencialmente, “cualquier área del espacio que esté alineada con el borde de sus anillos”, añaden.
Telescopios
En su época, Galileo Galilei, pudo intuir con el instrumental básico que tenía algo alrededor de Saturno, que describió como “orejas”.
Hoy en día, con los telescopios modernos, ver los anillos de Saturno es uno de los espectáculos más maravillosos para los amantes de la observación del cielo y los astrónomos aficionados.
El fenómeno sobreviene a la alineación de 7 planetas que el mes pasado atrajo el interés de la cada vez más numerosa legión de los que miran hacia el cielo.
En lo meramente terrenal, este martes 18 de marzo de 2025, el metal de los anillos ascendió a un cénit sin precedentes, ya que traspasó el umbral de $3,038 por onza en el comercio al contado, un pináculo histórico impulsado por las inquietudes globales persistentes.
A Saturno se le podrán caer los anillos, por más que no sean del metal precioso por antonomasia en el mundo de las joyerías, sino epicentro de una confluencia de fuerzas desestabilizadoras en las cotizaciones, como la creciente fricción entre Israel, Hezbollah e Irán; la diplomacia tensada entre EEUU e Irán; las interrupciones marítimas recurrentes de los hutíes, y las repercusiones de las agresivas políticas comerciales del presidente Donald Trump.
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