Una señal de enfermedad argentina: el feriado del 24 de marzo

Lo normal sería tener un feriado el día en que terminó la dictadura y no el día en que comenzó. Pero en la Argentina, burdamente ideologizada, todo está hecho al revés. Así llega el 24 de marzo y, mientras muchos argentinos aprovechan el feriado para pasear o viajar, un grupo irá a la plaza. Si la intención fuera marcar esa fecha como el inicio de las desapariciones, muertes y exilios, también resultaría extraño. Es el día en que comenzó la dictadura, pero los desaparecidos, los muertos y los exiliados no empezaron entonces, sino durante el gobierno peronista encabezado por Isabel Perón. Los peronistas que marchan lo hacen bajo la idea del fraude ideológico promovido por el kirchnerismo. Ignoran a las víctimas de antes de 1976 porque en ese momento gobernaban ellos. La Argentina ya era un lugar de violencia política estatal antes y después del 24 de marzo.

Más allá de las precisiones históricas, la marcha del 24 de marzo solía ser un espacio al que podían concurrir personas de distintas ideologías, con el recogimiento de recordar una época dolorosa. Hasta que llegó el kirchnerismo y convirtió la política de derechos humanos en una herramienta de acumulación de poder, excluyendo a quienes no eran parte de su movimiento. Transformaron una causa común en una secta.

Graciela Fernández Meijide, quien tiene un hijo desaparecido y es una ejemplar defensora de los derechos humanos, afirmó que no podría asistir a la marcha porque la hostigarían. Esto sucede porque Graciela no es peronista y ha expresado opiniones que difieren de los dogmas impuestos por el kirchnerismo y los organismos de derechos humanos, cooptados por Néstor y Cristina Kirchner. Sus discursos han falseado la historia y adoptado una forma de militancia patotera, al estilo Montonero. Cuando Néstor Kirchner bajó el cuadro de Videla, pensaba en los fueros que obtendría de la izquierda setentista. Y tuvo razón: la izquierda nunca cuestionó la corrupción kirchnerista.

Incluso la corrupción del kirchnerismo alcanzó a importantes referentes de los organismos de derechos humanos. Casi no hay sector que los K no hayan corrompido.

Lo que era un legítimo recuerdo de una época en la que mucha gente fue torturada y desaparecida se partidizó y redujo. Como tantas cosas en el kirchnerismo, se convirtió en una secta.

Es curioso que quien se apropió de la causa de los derechos humanos haya sido Néstor Kirchner, quien, hasta llegar a la presidencia, nunca había demostrado el mínimo interés en el tema. El único asunto que lo movilizaba era el dinero. También resulta llamativo que el PJ ahora defienda la marcha del 24 de marzo cuando fue durante un gobierno peronista en los ’70 cuando comenzaron las desapariciones y se inició el terrorismo de Estado con la Triple A. El PJ no apoyó la CONADEP ni el juicio a los militares y las cúpulas terroristas en los ’80. En cambio, respaldó la autoamnistía de los militares.

Los dirigentes de los organismos de derechos humanos han sido cómplices de todas las maniobras peronistas y los han indultado ante la opinión pública. Han contribuido al escaso interés que despierta el 24 de marzo fuera de los círculos militantes. Es una pena que la historia común de los argentinos quede deformada en manos de sectores partidistas.

El lunes veremos a la izquierda y al kirchnerismo acusando al gobierno nacional de ser una dictadura. Lo mismo dijeron de Macri. Solo bajan la cabeza y sonríen cuando gobierna el PJ. El verdadero contexto será Cristina Fernández de Kirchner con su condena confirmada por Casación y la prohibición de entrada a EE.UU. por corrupción.

También es triste que el recuerdo de la historia común de los argentinos quede en manos de la organización política más corrupta de la Argentina. Hasta eso se robaron.

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